
HERENCIA EN DIALOGO
diciembre 30, 2022
PENSIÓN MILAN
diciembre 30, 2022ÓRBITA
Curaduría: Camila Pose
Black Gallery
Pueblo Garzón, Maldonado, Uruguay
2021
Fragmento del texto curatorial de Camila Pose
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ÓRBITA transita alrededor de la obra de Francisca Maya (Montevideo, 1985) en sus distintos soportes pictóricos, esbozando una parábola invisible entre sus producciones como dinámica de un movimiento episódico. Paradójicamente a un estado de dispersión, el trabajo de Maya vuelve de manera obsesiva a un centro, sea este un color o una geometría recurrente. Con alegre desenfado, Maya hace de la sala un organismo que despliega una narrativa del círculo y sus múltiples gracias. El contrapunto de escala arrojado del papel al muro, enfatiza el despliegue semántico del ciclo.
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Aún cuando la percepción del color varíe tanto en su cualidad física como en los desvíos singulares de cada óptica, es aquí la interacción entre las formas la que instala la dinámica del movimiento. Además de sentir al color, lo vemos en acción. La atracción y expulsión de lazos se vuelve la pronunciación de esta gramática. Los colores se conectan en el espacio como constelaciones enlazadas que conversan en direcciones exaltadas y a velocidades dispares, conservando cada uno su identidad fija. El negro y el blanco actualizan el aspecto primigenio del vacío activo, la antimateria que exalta el entorno como conciencia del tiempo y del espacio.
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Camila Pose
ÓRBITA
Francisca Maya
La O es un epíteto de su propio cuerpo: el círculo. La O es un signo que como objeto condensa un meta-contenido que refiere a su esqueleto: la representación mental de un ciclo completo. Así, la grafía O se repliega en la curva que completa el huevo, la célula, y abre la puerta al universo desmedido de sinónimos y metáforas convocando todo aquello que encierra otra cosa dentro de sí, lo infinito por definición. En la voz, el fonema <O> traslada su dibujo a los labios y la boca.
ÓRBITA transita alrededor de la obra de Francisca Maya (Montevideo, 1985) en sus distintos soportes pictóricos, esbozando una parábola invisible entre sus producciones como dinámica de un movimiento episódico. Paradójicamente a un estado de dispersión, el trabajo de Maya vuelve de manera obsesiva a un centro, sea este un color o una geometría recurrente. Con alegre desenfado, Maya hace de la sala un organismo que despliega una narrativa del círculo y sus múltiples gracias. El contrapunto de escala arrojado del papel al muro, enfatiza el despliegue semántico del ciclo.
Son las fuerzas gravitacionales del color puro y de la geometría del círculo como masa de energía condensada, las que conducen el recorrido de las lunas alrededor del centro, incluso cuando el núcleo se halla en estado germinal, quebrado en diagonal o tensado. El círculo va y viene de su sustancia originaria, explorando el prisma del color y los desfases de su propia geografía. El mural site specific se apoya sobre la curva de la pared, moldeando mediante la arquitectura las figuras rígidas de la composición: las líneas como tejidos musicales se entraman con grandes círculos que instalan la relación entre las formas como tópico. La estridencia en las obras de Maya, debilita la mecánica que ansía interpretarlo todo, posibilitando acercarnos a percibir ‘lo que es’ –lo ininterpretable, para experimentar la luminosidad de los objetos en sí, (hasta el amarillo saturado y el fucsia flúor se vuelven transparentes).
Aún cuando la percepción del color varíe tanto en su cualidad física como en los desvíos singulares de cada óptica, es aquí la interacción entre las formas la que instala la dinámica del movimiento. Además de sentir al color, lo vemos en acción. La atracción y expulsión de lazos se vuelve la pronunciación de esta gramática. Los colores se conectan en el espacio como constelaciones enlazadas que conversan en direcciones exaltadas y a velocidades dispares, conservando cada uno su identidad fija. El negro y el blanco actualizan el aspecto primigenio del vacío activo, la antimateria que exalta el entorno como conciencia del tiempo y del espacio.
El tejido se extiende al muro, como si hiciéramos zoom in en una serigrafía, para dar cuenta de que todo parte de la misma trama espinal; por momentos, la geometría esconde su intimidad bajo la frialdad del diseño a secas y, luego, se rebate en la plasticidad de una mancha cargada de pintura, un volumen textil, el borde difuso, la diagonal que corta en tres para aplastarse en dos, como si Maya nos revelara su proceso –el tiempo como luz. Hay partículas de helio danzando por todos lados y la geometría se funde con ellas. ¿Cuánto brillo solar se proyecta en el espacio? Transitar la sala es experimentar un estado orbital.
Camila Pose
Diciembre 2021